La ciudadanía se ha convertido en parte fundamental de los procesos de diseño de políticas públicas y en la toma de decisiones tanto a nivel nacional como internacional, generando un valor y unos beneficios para la sociedad y para todas las partes que participan: ciudadanía, organización pública y su personal.
Definir con exactitud el término de participación ciudadana es complejo por la infinidad de intereses y motivaciones, pero el Libro Blanco de Democracia y Participación Ciudadana para Euskadi comparte la siguiente definición amplia y multidimensional que nos ayudará a entenderlo:
“La participación se define como un proceso (cooperativo, inclusivo, transversal, continuo, escalable, planificado, transformador, coherente, corresponsable, distribuido y empoderador…), una actitud (que implica autonomía, libertad, responsabilidad,… requiere interés por ser parte y no sólo por tomar parte, implicación, escucha empática, respeto, confianza, compromiso, amistad cívica…) y como un derecho a poder participar y ser parte activa en las decisiones públicas que les afectan (posibilitando un aprendizaje para ello, unos canales que lo posibiliten, unas reglas de juego justas y conocidas…) y una obligación ciudadana orientada al bien común.” (Uriarte, Bikandi, Atxutegi y Bernaola, 2016)
Una vez definido el concepto, es importante conocer el valor de la participación ciudadana en la gestión pública local.
- Refuerza la cercanía entre responsables públicos y ciudadanía: las Administraciones locales se convierten en espacios donde el ejercicio de la ciudadanía es plena, el contacto con los responsables públicos es más intenso y la participación en la toma de decisiones es más marcada.
- Mejora el conocimiento disponible de la organización: de esta forma conseguimos aumentar la información para los responsables públicos con el objeto de realizar diagnósticos y obtener soluciones.
- Introduce nuevos asuntos y alternativas en la agenda política local: la Administración es más representativa a las demandas. Esto quiere decir que gracias a la participación ciudadana los representantes administrativos y políticos pueden conocer problemas desconocidos o poco valorados y, por tanto, pasar a formar parte de la agenda política.
- Mejora la información disponible por parte de la ciudadanía: cuanto más se profundice en la participación, mayor será la calidad y la factibilidad de las propuestas planteadas por parte de la Administración.
- Aumenta la eficacia de las políticas públicas: mejora la calidad de personas afectadas por las políticas y servicios públicos, pues los intereses y valores se ven fielmente reflejados.
- Facilita la detección temprana de errores y la rendición de cuentas: se trata de un modo de localizar posibles errores de una determinada política pública mejorando el diseño antes de la implementación. En cuanto a la rendición de cuentas, se consigue incrementar la confianza de la ciudadanía ofreciendo información sobre prioridades y líneas estratégicas.
En definitiva, la participación ciudadana facilita la toma de decisiones orientada a las necesidades de la población, ha pasado a ser parte activa de las políticas públicas.